A quienes encuentren mi barco hundido...

"Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae."
(Drácula)

sábado, 14 de mayo de 2011

Observo (parte 15): Imaginad que un día tenéis que decidir.

(Imagen extraída de: http://www.hadasyleyendas.net/triste/triste-imagen1.jpg)

Imaginad que sois jóvenes y que ante vosotros se abre la puerta a un mundo al que nunca habíais tenido oportunidad de entrar; un mundo que asusta un poco, pues habéis permanecido recluidos en la penumbra de vuestra habitación durante varios años y teméis lo que pueda haber... a la vez que lo despreciáis porque pensáis que no encontraréis allí lo que vuestra alma desea fervientemente. Os negáis la ilusión, la curiosidad, encerrais al niño de vuestro interior y entráis en ese mundo negando todo anhelo de felicidad, pero lo que verdaderamente os ha impulsado a entrar no es otra cosa que ese deseo silenciado.

Caminais por el nuevo mundo con los brazos cruzados y gesto serio, tratando de aparentar dureza, hasta que llega alguien que os arranca una sonrisa sincera, y la inocencia que tratáis de esconder sube hasta el cielo junto a las risas que compartís con esa persona nueva. Y meses, tal vez años después, esas risas os revelan que tenéis un amigo, una persona en quien confiar y con quien deseáis crecer, a quien serle leal y a quien defender, alguien de quien cuidar, con quien vivir bellos momentos.

Pero el tiempo pasará, y decepcionaréis a esa persona tanto como ella os decepcionará a vosotros, pues no somos idénticos ni perfectos. Tal vez haya lágrimas por parte de quien sepa llorar, y se oirán los gritos de quien sufre pero es demasiado orgulloso como para derramarlas. Ambos sufriréis, cada uno a vuestra manera, y de vuestro dolor se dirán mil cosas, se harán apuestas sobre quién es el bueno y quién el malo, pero eso no ha de importaros. Lo realmente valioso es que los dos sepáis pediros perdón, daros un abrazo y hacer lo que vuestra conciencia y lo que sentís por esa persona os pida, al margen de quien os mire; que aprendais de vuestros errores y, por mucho que os cueste, sigáis intentándolo para hacer sentir mejor esa persona, para que no vuelva a romperos el alma verla llorar ni volvais a sentir que jamás debisteis salir de la oscuridad.

Los años dejarán su huella en vuestras mentes, y habréis de dar gracias a que seguís viviendo, creciendo y compartiendo, estando juntos en los momentos agradables y en los terribles, sintiendo la alegría que esa persona os da y procurando aprender de ella, y aunque habrá cosas en las que jamás os entenderéis, lo importante es que os aceptéis y sigáis siendo quien sois.

Pero tal vez los años dejen en vosotros huellas que os hagan difícil esa aceptación, pues muchas veces no estaréis de acuerdo, y quizá ambos toméis decisiones que os hieran. Trataréis de sanar esas heridas de modo que no quede cicatriz, pero habrá ciertas luces que iluminarán las marcas que han quedado, y no podréis borrarlas de vuestro corazón por mucho que lo intentéis. El tiempo seguirá pasando y cada vez recordaréis con más pesar vuestras heridas. Aunque tratéis de ignorar las voces que os advierten sobre vuestros propios errores y los de la otra persona, os iréis dando cuenta de que el daño está hecho y de que no podéis seguir adelante como si nunca hubiese ocurrido, por mucho que tratéis de perdonarlo... llegará un momento en el que habréis de tomar una decisión.

Pasaréis silenciosos días, meditando. Tal vez descarguéis vuestra rabia contra lo primero que encontréis a vuestro paso, pero eso no cambiará el hecho de que algo os duele en el alma, pues el tesoro que encontrasteis y que contemplasteis con ojos cándidos hace años, ese tesoro llamado amistad, ha ido ensombreciéndose y cada vez merece menos la pena luchar por él. Pero no podéis despacharlo tranquilamente. "Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma", dice la canción, y la tristeza os inundará. La decepción, el sentir cada vez más lejos a la persona con quien tantos años habéis compartido, a quien sabéis que habéis fallado a veces y junto a la que quisisteis permanecer pero a la que ya no podéis ver igual que antes... os llevará a tomar una dolorosa decisión que pesará sobre vuestra conciencia. Pero sólo vosotros podréis valorar si pesa más que volver a repetir la historia de siempre, la que tanto os ha agotado.

Ha pasado casi un mes y sigo caminando con este peso a mis espaldas. Pero la decisión está tomada y mi alma, cansada.

3 comentarios:

José Hervás dijo...

Hace bastantes años que no me sorprendo cuando te leo. Y eso es bueno, porque ya sabes lo crítico que soy. Sigue así y tal vez algún día me dediques un libro -escrito por ti-, aunque tendrás que aprender a hacerlo, claro...

Chloe_A_Kennedy dijo...

Sentía con fuerza que debía contestar a esta entrada, pero lo cierto es que no sé qué poner. Llevo un rato buscando por mi mente, indagando por todos los huecos, armarios, cajones y baúles, pero no encuentro nada. No hay palabras que pueda ordenar para dar una respuesta lo suficientemente buena, lo suficientemente digna. Hoy, como tantas otras veces, me has vuelto a dejar sin saber qué contestar. Pero con el corazón ligeramente encogido.

Capitana de barco hundido dijo...

Pepe, te lo agradezco mucho, y me sentiría muy halagada y orgullosa de mí misma por lo que he escrito, pero me temo que cuando releo mi entrada no puedo verla sino como algo que me ha dolido escribir.

Chloe, gracias por pasar por aquí. Tus palabras siempre merecen la pena. No te preocupes.