A quienes encuentren mi barco hundido...

"Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae."
(Drácula)

lunes, 16 de mayo de 2011

Miro (parte 16): Porque hay cosas lamentables

(Imagen extraída de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpEmUjcRgxxyhTQLAOKkAjSTUNQ0Yt4QvUp3mjVl6GeImHMKZC4N0ks_UTMute7UMQb1QrcocyOmgZYMiVpKkUfp9GRelnu83HGqxJtfm9Cmyo0YF1GLsyAXYnfJL_yBuuQvrjWkZucNw/s1600/godzilla+facepalm.jpg)

Me gustan los mercadillos. A menudo encuentro en ellos algo que llevaba buscando durante un tiempo a un precio razonable. Suele pasar que en puestos vecinos tienen el mismo producto, y unos y otros hacen ofertas y las anuncian a voz en grito para atraer a la clientela. Algo parecido pasa entre los representantes del PP y el PSOE cuando comienza la campaña electoral. Unos y otros gritan como descosidos que harán reformas si les damos su voto, pero hay una diferencia fundamental entre ambos, y es que en el mercadillo pago con dinero para obtener un producto; en política, pago con mi voto por una promesa. Y no me llevo nada a cambio salvo el mal sabor de boca de haber agotado uno de mis derechos para votar a alguien en quien no confío. Para poner en el poder durante cuatro años a un grupo que se va a limpiar el culo con mi futuro.

Cuando se acercan las elecciones no puedo sino reírme. Los medios de comunicación se vuelven inaccesibles y uno teme que ya hasta en los horóscopos del periódico le digan a quién ha de votar. Eso quien los lea, claro. Aunque visto lo visto, esas predicciones me resultan más creíbles que las de cualquier politiquillo al que la capa de superhéroe le queda grande. Eso sí, los calzoncillos de Supermán los petan, porque vaya huevos.

El espíritu del turno de partidos flota en el ambiente, pero si alguna vez hubo decoro en la política, si alguna vez esta fue un arte, se ha perdido completamente. No hay elegancia ni es posible convencer a un votante descontento y humillado, porque nadie da la cara y le dice la verdad. En lugar de eso, unos y otros cogen el paro, se lo muestran, se aseguran de que saliva al verlo, le dicen que lo van a reducir y arrojan esas palabras a la nada. Y se ríen de ese ciudadano estúpido, pero se ríen por lo bajo, mientras ven cómo excava con sus manos para encontrar esa promesa. Pero la promesa no está ahí, ni en ninguna parte. Está en la nada, porque es una promesa vacía. Porque ningún voto la hará realidad hoy, ni mañana. Ni nunca con este sistema que no funciona.

Porque no funciona. Está visto que la cosa cada vez va a peor y que los políticos no convencen. Ya no es cosa de que cuatro locos lo anuncien: es que la gente se está echando a la calle, aunque los medios de comunicación de nuestro país no quieran enseñárnoslo. Porque en este país hay descontento, un descontento cada vez mayor, y se están agotando los parches para taparlo. Porque ante esta campaña lamentable en la que el insulto al rival es el mejor argumento, hay personas que están demasiado indignadas para seguir escuchando.

Porque hay cosas lamentables y luego está la política española; pero por una vez tengo esperanza (y no la Aguirre precisamente).

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