A quienes encuentren mi barco hundido...

"Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae."
(Drácula)

sábado, 31 de diciembre de 2011

Observo: Quiero acabar bien este año y empezar mejor el que viene, ¿y tú?

(Imagen extraída de: http://www.thewayfarer.info/imagenes/story.nochevieja2005.jpg)


Siempre me ha gustado la Navidad. Unas vacaciones no tan largas como las de verano, pero lo suficiente como para aparcar un poco los libros; películas infantiles en la tele, estar con el pack familiar de siempre con más calma porque ellos también tienen más tiempo libre… Lo único que me agobiaba un poco de estas fechas eran los regalos, cosa en la que no he cambiado. Cuando era pequeña me parecía que los Reyes Magos me traían muchas cosas (en realidad nunca fueron tantísimas, pero yo siempre he sido más de jugar con las cajas y en cuanto veía tres regalos me preguntaba con qué prefería jugar); y cuando supe que los Reyes  no eran tan ricos, me angustiaba pensar en la de dinero que se habían gastado en mí para hacerme feliz cuando lo que realmente me gustaba era estar tranquila con mis seres queridos.

Tampoco he cambiado en el cariño que guardo a estas fechas y en mi costumbre de encarar la Nochevieja con ganas de salir, pasarlo bien y empezar el Nuevo Año con buen humor. Pero se hace un poco difícil cuando sientes que a tu alrededor se disuelve el llamado espíritu navideño. Ese que está en dar y no en recibir, y que tristemente es empleado para fomentar un consumismo desmesurado que nos amarga las fiestas cuando sentimos que no podemos hacer tantos regalos como nos gustaría porque no corren tiempos de abundancia. Ese tan utilizado para frivolizar y hacer de unas fechas que esperábamos con ilusión, unos días que muchos quieren que pasen cuanto antes. 

Cada cual tiene sus motivos para pensar y sentir lo que quiera en estas fiestas, pero no me gusta que se ponga de moda odiar la Navidad, como no me gustan tantas otras modas. Yo tengo claro lo que siento por estas festividades y no me voy a meter en lo que piensen los demás; pero a todos les deseo que las disfruten y espero no amargárselas a nadie. Sobre todo me gustaría recordar a todo el mundo que, sea el día que sea, la situación ya es bastante gris como para oscurecerla más con tonterías que realmente no tienen tanta importancia. Sea Navidad, sea Fin de Año, sean días laborables, festivos… No importa si el día está marcado en rojo en el calendario. Lo que importa es que podamos estar bien, que pongamos un poquito de nuestra parte para disfrutar del tiempo que pasamos juntos. Que seamos capaces de guardarnos ese orgullo que con tanta facilidad nos hieren.

Y que acabemos bien este año y se nos dé aún mejor el siguiente.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Miro: Bonita.

(Imagen extraída de: http://t0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRmLdJT_4FqM8MVi5wPhcJfkNU_AUo4CmOgUCEMsIraSXbEhODJFEIoO2kFLA)

Siempre he estado delgada y, como además soy corta de estatura, parece que se nota un poco menos. Pero durante mi adolescencia tuve una época de gran estrés y bajé de peso aceleradamente, de forma que hasta la talla 34 me quedaba grande. Como podéis imaginar, mi salud empeoró, tenía un aspecto enfermizo y mis brazos se podían abarcar casi con una mano a pesar de que siempre he sido más bien fibrosa. Por eso, en cuanto pude tomarme las cosas con un poquito más de calma, procuré forzarme a comer más de medio plato a mediodía hasta que pude recuperarme un poco.

A día de hoy, con eso de que estoy quietecita y que me ha dado por comer, veo como varios pantalones me quedan algo apretados y como, salvo por mi tendencia a coger resfriados, gozo de mejor salud, más vitalidad y tengo mejor cara. De alguna forma padecí una anorexia temporal, entendiendo por anorexia la pérdida de apetito ligada, en mi caso, a factores nerviosos. Una anorexia no es nada extraño, como desgraciadamente tampoco lo es la anorexia nerviosa que muchos jóvenes padecen.

La anorexia nerviosa es lo que lleva a estados de delgadez extrema, en ciertos casos mortal, a montones de chicas y chicos que son incapaces de sentirse a gusto consigo mismos. Se trata de un grave problema de autoestima que afecta fundamentalmente a adolescentes, pero no sólo a ellos; hay adultos que no se libran de él, y desde luego el canon de belleza promovido por las líneas de moda no ayuda a paliarlo.

Vivimos en una sociedad supuestamente desarrollada de la que nos encanta presumir. Una sociedad en la que se señala a personas con menos recursos (a las que, por supuesto, no se ayuda tanto como se podría) y su aspecto famélico nos parece síntoma de enfermedad; pero permitimos que los diseñadores de moda dicten cómo hemos de vestirnos para lucir guapos, y cómo hemos de ser físicamente. Es curioso que el aspecto de la mujer perfecta diste tanto de una mujer saludable y con curvas. Afortunadamente, con los años hemos visto cómo cada vez hay más campañas que reivindican la belleza de una mujer sana, pero todavía vemos a las modelos anoréxicas desfilando... Y aún peor, todavía vemos esas tallas minúsculas. Esos pantalones talla 38 que en realidad son una 36. Esos pantalones talla 40 que las dependientas muestran a las clientas como si se tratara de una talla grande.

A todas esas chicas que sacrifican su salud para sentirse guapas, le diría que la salud es lo último que se arriesga... Porque sólo estando vivas y sanas podrán disfrutar y darse cuenta de lo bonitas que son. Todas y cada una de ellas. 




lunes, 12 de diciembre de 2011

Permiso para respirar: Crecer no es olvidar.

Crecemos, dejando atrás muchas cosas. Recuerdos de años de despreocupación y sueños que se van truncando, pero dan lugar a otros nuevos. Nuestro cuerpo cambia, nuestra mente también. Lo hacen del mismo modo nuestras prioridades y por ello hay cosas que acaban en nuestros bolsillos. Pero ahí quedan, para que podamos mirarlas de vez en cuando. Esas son las cosas que no queremos olvidar, y si las tiramos a la basura, es cosa nuestra.

Hay amistades que no se mantienen. Otras, que se rompen inevitablemente. Pero, ¿qué hay de las que olvidamos? Sin duda es porque las apreciamos muy poco, porque olvidarlas duele más. Porque para olvidar una amistad, necesitamos la voluntad de hacerlo. O más bien, nos falta la voluntad para mantenerla y por ello la dejamos caer.

Siempre dije que no me gustaba decir que tenía un mejor amigo, y los años me han dado la razón. No podemos a nombrar a alguien el mejor, el imprescindible, aquel que nunca nos fallará, quien estará incondicionalmente a nuestro lado. Y si quien cree serlo se ofende, lo siento, pero es lo que mis constantes experiencias me han demostrado. No hay un alma gemela, no hay un alma perfecta. Somos humanos y erramos. Pocas personas se han quedado en mi corazón, pocas personas estarán en él siempre. Pero no es una.

Una vez, creí que había sólo una. Pero me falló. Sé que seguramente yo también le fallé. Lo que importa es que me recuperé. Y claro que me sentí dolida y traicionada, pero aprendí. Fue una experiencia más para mi lista. No puedes obligar a nadie a estar contigo. No puedes hacer nada. Sólo dejarle ir, desearle lo mejor y vivir.

Mis amigos son los mejores. Cada uno a su manera. Porque mis amigos están conmigo incluso cuando no pueden sentarse a mi lado.

Porque crecen pero no me olvidan. Y yo hago lo mismo.

Buckethead - Soothsayer