A quienes encuentren mi barco hundido...

"Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae."
(Drácula)

jueves, 31 de marzo de 2011

Observo (parte 11): En un rincón

(Imagen extraída de: http://www.absolutgerona.com/wp-content/uploads/2011/02/ancianos.jpg)

Nunca conocí a mis abuelos, cosa que me habría encantado. Según dicen, mi abuela tenía una paciencia eterna y mi abuelo, unas ideas locas. Cuentan que mi abuelo no podía enterarse de que algo estaba roto porque volaba para arreglarlo, y que tenía un don de gentes del tamaño de una casa. Mi abuela era más seria, y rara vez se sobresaltaba por las ocurrencias de su marido. Sin duda tuvieron que ser unos personajes curiosos, y lo que me queda de ellos son fotografías, historias y el cariño que muchos les tuvieron.

A la que sí conocí fue a mi bisabuela, que era pura energía. Gruñona y cabezota como ella sola y con una voluntad de hierro. Le encantaba ponerse camisas de colores para sentirse más joven, ver los toros, escuchar Radiolé y comer yogures. El médico no le dejaba beber Coca Cola ni nada por el estilo, así que ella lo hacía clandestinamente. Y no hablemos del ketchup... menudo descubrimiento hizo la señora, se lo echaba en todos los platos. No soportaba la idea de que ya tenía casi noventa años, y muy mala tenía que estar para ir al médico. Una vez se le gangrenó una pierna y se iba riendo mientras la llevaban al hospital. A menudo me hablaba de su hija, que no era otra que mi abuela, y pese a todos los años que habían pasado, se le llenaban los ojos de lágrimas al recordar lo joven que era cuando se fue. También solía decir que su marido leía mucho y ella le decía que iba a acabar loco, así que de paso me lo advertía a mí.

Cuando venía del pueblo a pasar tiempo con nosotros, traía chorizos, aceite y pan. Bueno, y una vez se trajo un hacha y un cuchillo jamonero enorme. Os podéis imaginar la cara que se nos quedó a todos cuando nos contó ni corta ni perezosa que los había traído "liaos en una bolsica", y que dicha bolsa venía en el maletero. Eran sus cosas del pueblo, y si no se quería separar de ellas qué le vamos a hacer. Cuando estaba aquí, se moría por salir a la calle en un día de sol. Le encantaba sentarse en un banco, apoyada en su garrota, y quedarse ahí canturreando y disfrutando del buen tiempo. Si no la dejábamos salir, decía que se quedaba "encerrá en la torre" y se ponía de mal humor. Pero normalmente estaba contenta, porque ella nunca perdía la alegría y las ganas de vivir...

...menos cuando la llevaban con otros familiares, porque se quedaba muy callada. La llamábamos y nos contaba que ya estaba en otra torre, y allí no la dejaban salir al parque, y ya no se reía tanto. Y a mí me daba pena, pese a que cuando estaba aquí me pasaba el día discutiendo con ella, y aunque me dejara sin habitación durante unos meses. Y se murió estando lejos. Lo último que recuerdo de ella es una foto con una corona de cartón y esa sonrisa suya que nunca la abandonaba.

Aparte de ella, lo más cercano que tengo a mis abuelos son mis tíos-abuelos, de los que todo lo que diga es poco, porque sin ellos, todo habría sido mucho más difícil. Ellos se quedaban conmigo cuando nadie más podía hacerse cargo de mí, me daban de comer, me acostaban, me llevaban al colegio... mi tía es una mujer muy dulce y paciente. Eso sí, tiene un pronto oculto, pero pocas veces le sale. Ahora está sola, sola con sus penas, porque mi tío se nos fue hace dos años. No era muy hablador y de vez en cuando gruñía un poco, pero tenía una sonrisa llena de cariño. Físicamente era clavado a mi abuelo, así que de alguna forma he podido verle más allá de las fotos. Todavía me parece que en cualquier momento me lo voy a encontrar paseando al perrillo por el parque. Recuerdo cuando iba contándole a todo el mundo el destrozo que le había hecho su mujer al cortarle el pelo un año antes, y ella se reía. También recuerdo cuando ya estaba muy malo y se tapaba la cabeza con la gorra de Batman, mientras hacía crucigramas y decía que tenía ganas de irse de viaje aquel verano. O cómo ella le daba de comer en el hospital, cuando él se quedó tan delgado y tan triste.

Luego tengo a la hermana de mi tío, una luchadora incansable por la que los años no pasan. Siempre está haciendo muñecas, cuadros y todo tipo cosas artísticas que aprende en la escuela y con las que llena su casa. Tiene genio para rato y siempre se está riendo. Su marido es más serio y callado, y tiene una paciencia y un corazón enormes. Les sigue dando mucha alegría verme, pese a que apenas aparezco por allí.

Estos son pedacitos de los recuerdos que me dejan mis mayores, y cuando pienso en ellos, me vienen a la cabeza todas esas personas que tanto han vivido, que nos han visto nacer, crecer y dejar de necesitarles; y lo han aceptado y se han quedado en un rincón, esperando a que los días pasen y volvamos a visitarles para poder maravillarse de lo buenos que somos. Y es que ellos nos siguen recordando así.

Por mucho que sea ley de vida que lo viejo se quede atrás... de vez en cuando podríamos tenerlo presente.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Permiso para respirar (parte 1)

A menudo me siento estúpida cuando hablo de mis preocupaciones, cosa que me sigue resultando extraña si tenemos en cuenta que hace pocos años era una adolescente que se ahogaba en un vaso de agua y necesitaba amigos a los que poder confiar lo que parecían grandes secretos... que hoy le parecen grandes tonterías.

Intento no darle a las cosas más importancia de la que creo que tienen. Intento no agobiarme con las pequeñas cosas que atacan nuestra mente en un momento de debilidad, en el que cualquier detalle puede afectarnos y hacer que nuestro ánimo decaiga. Intento no quejarme, o hacerlo lo menos posible.

Pero a veces necesito cerrar los ojos, inspirar y expirar. La capitana saca la cabeza del agua y coge aire.

También intento recordarme a mí misma que no puedo arreglar el mundo sola.

Por mucho que intentara que este blog fuese neutral, acaba empapándose de lo que siente quien lo escribe.
Espero terminar la entrada que tengo preparada para mañana. Hasta entonces, inaugurada queda esta categoría. Todo sea por expresarme escribiendo.

P.D.- Siempre lo digo... los días de lluvia me hacen pensar demasiado.

lunes, 14 de marzo de 2011

Miro (parte 11): Sucedió en Japón

(Imagen extraída de: http://fernanescudero.files.wordpress.com/2011/03/imagen-51.png)

Sucedió en Japón.

El viernes pasado, Japón se vio sacudido por un seísmo de 8,9 grados en la escala Richter (con su posterior réplica), lo que provocó devastadores tsunamis que han anegado pueblos enteros. Por si eso fuera poco, después llegó el pánico nuclear. Ahora, el país se ve afrontando una crisis multidimensional.

Ánimo, Japón. Siento poder aportar sólo eso.

viernes, 11 de marzo de 2011

Observo: (parte 10) Como si fuera ayer

Como si fuera ayer.

Todos los años tengo la pequeña costumbre de escribir algo en este día. A veces lo publico y a veces no. De hecho, hace dos años, fue tan sólo una nota que quedó en mi agenda. No tengo necesidad de que nadie vea lo que siento, pero esta vez me apetece escribir un poco por aquí.

Cada año, lo que escribo es más breve, y no sé si más frío, pero siento que me quedo sin palabras, sin nada nuevo que decir. Siento que crezco con una herida en la memoria, la de aquel 11 de Marzo de 2004 en el que me desperté antes de mi costumbre, encendí el televisor y me encontré con aquel pánico traducido en un caos de imágenes que nadie podía explicar. Aquel día en el que sólo sabíamos que nos habían hecho daño, a unos más que a otros, pero realmente, a todos.

Aquel día grité y maldije, no podía comprender cómo había seres capaces de masacrar a la gente siendo totalmente consciente del horror que causaban. Al año siguiente, mi reflexión fue muy parecida. Pero año tras año me he ido concienciando de que tanto el terror como la esperanza seguirán existiendo.

Aun así, el recuerdo de aquel día sigue cercano... sigo sintiendo la misma inocencia rota. Supongo que de algún modo es buena señal. Porque lo sigo sintiendo por las personas que perdieron la vida injustamente, por todas las que mueren cada día sin merecerlo.

Por todas ellas, lo siento.

jueves, 10 de marzo de 2011

Miro (parte 10): Desinterés e ignorancia

 (Imagen extraída de: http://www.fondosanimados.com/wallpapers/animales/primates/chimpances/ni_ver_ni_oir_ni_hablar/800x600_ni_ver_ni_oir_ni_hablar.jpg)

Desinterés e ignorancia.

"¿Qué es peor, la ignorancia o el desinterés?", me preguntó ayer mi prima de ocho años. Fue una de esas preguntas repentinas, fruto de una curiosidad inocente que se va abriendo paso. Sin dudar, le respondí que lo peor era el desinterés, porque la ignorancia se cura aprendiendo, pero si no quieres hacerlo, te quedarás sin saber por voluntad propia. Ella dio por respondida su pregunta y prosiguió su camino al colegio dando saltos, pero yo me quedé pensando en la pregunta tan buena que me había hecho y, como casi siempre, fui más allá de mis palabras.

A día de hoy somos muy intolerantes con la ignorancia. Tachamos de ignorante al que consideramos que no sabe de lo que habla, y con una facilidad pasmosa además. Consideramos que el ignorante es culpable de su propia ignorancia, pues vivimos en un mundo en el que la información está al alcance de todos. Permitidme discrepar, pero yo no creo que vivamos en este pseudosueño americano. Desde que nacemos, partimos con oportunidades muy diferentes que condicionarán, entre otras cosas, el tiempo que podremos dedicar al aprendizaje y las cosas que aprenderemos. También condicionarán el nivel de importancia que daremos a la obtención de según qué conocimientos. Estoy segura de que muchas personas querrían saber muchísimo más de lo que les es posible conocer.

Por otra parte... qué mala costumbre esa de creernos tan cultos en tantas cosas y por ello con tan buen juicio para determinar quién es el ignorante.

Sin embargo, no estoy diciendo que la ignorancia provenga únicamente de nuestras circunstancias adscritas. Nuestro desarrollo como individuos a partir de dichas circunstancias tiene mucho que ver. Una persona que desee aprender y que disponga de medios, adquirirá más conocimientos; sin embargo, aquella que carezca de interés por esto, se quedará estancada. Aquí es donde se manifiesta la estrecha relación entre desinterés e ignorancia, pues está muy claro que quien no quiera aprender, no lo va a hacer, y aquí es donde se genera un individuo al que seguramente tacharemos de ignorante con el tono más despectivo del mundo.

Total, ¿para qué vamos a preguntarnos de dónde viene tanto desinterés, que es la raíz de lo que tomamos por un problema? ¿Para qué vamos a buscar las causas de algo que parece molestarnos tanto?

Pero al igual que el desinterés produce ignorancia, la misma ignorancia produce desinterés. Porque si quiero aprender pero lo veo difícil, si aprender me cuesta muchísimo (porque me falta tiempo, o porque siento que mi cabeza no da para más) acabaré tan cansado que lo terminaré dejando. Me desmotivaré y decidiré seguir por otro camino. Y seguramente, aun así me culpen de mi desconocimiento.

De una u otra forma, ciertamente, mantenerse o no en la ignorancia es una decisión "propia" en aquellos casos en los que existen medios al alcance de la persona en cuestión. Porque una cosa es que los medios estén ahí para la mayoría, y otra muy distinta, que uno esté entre los individuos que pueden servirse de ellos. Por ello no es justo culpar al ignorante que no tiene acceso a estos medios.

Otra puntualización que creo conveniente hacer es que, cuando hablo de ignorancia, no me refiero sólo a ámbitos académicos y/o culturales. Ignorar los problemas sociales actuales es muy dañino, y esta ignorancia suele venir causada por un profundo desinterés; aunque también, la frustración por no poder ayudar hace que optemos por evadirnos. Puede que por este tipo de ignorancia no  nos culpen tanto. Tal vez porque todos lo hacemos y las cosas son más sencillas así.

Pero también ignoramos los problemas personales de personas más cercanas a nosotros que aquellos que sufren en lugares que no vemos diariamente. Personas a las que ni siquiera nos acercamos para preguntarles cómo se encuentran y damos por hecho que no tenemos comunicación con ellas.

En fin. La verdad es que me resulta curioso ver cómo una pregunta tan sencilla me hizo pensar tanto; aunque, la verdad, no sé de qué me extraño. Cuando tenía más o menos la edad de mi prima, cayó en mis manos el cuento de "San Jorge y el dragón", que me dejó una frase grabada a fuego: "en este lugar hay pena y miedo, los niños no juegan en la calle". El hecho de que un viajero solitario llegara a un lugar en el que las gentes se escondían en sus casas, se detuviera para preguntarse por qué ocurría aquello y decidiera hacer algo para ayudar en lugar de seguir su camino con indiferencia, me llamó la atención sobremanera.

Si seguimos vagando sin interesarnos por conocer y comprender, nunca acabaremos con la ignorancia.

martes, 8 de marzo de 2011

Observo (parte 9): Indignación es poco

(Imagen extraída de: http://www.madrid.es/UnidadWeb/Contenidos/EspecialInformativo/MedioAmbiente/Agua/RioManzanares/RioManzanares.jpg)

Indignación es poco.

A finales de Febrero tuve noticia de la desaparición de un estudiante norteamericano, Austin T. Bice, que se encontraba en Madrid. Los grupos de búsqueda de apoyos para encontrarle proliferaron y el mensaje pasó por las redes sociales, pero desgraciadamente, hoy hemos tenido noticia de que su cuerpo ha sido encontrado en el río Manzanares. No conocí al tal Austin, pero no me hace falta para que saber de su muerte me parezca una verdadera pena.

En cuanto supe de los hechos y ya que tenía Internet a mano, eché un vistazo a las webs de periódicos de tirada nacional para informarme un poco más sobre cómo había sido, y cuál fue mi sorpresa cuando me encontré con que en uno de ellos, la mayoría de los lectores dejaban comentarios realmente insultantes. En cuanto leí eso me llené de malos sentimientos. Es cierto que no podemos sentir la muerte de toda persona en este mundo con la misma intensidad, pero creo que deberíamos tener un mínimo de respeto. Mofarse del fallecimiento de alguien y dejar esos comentarios tan carentes de empatía me parece vomitivo.  A esos imbéciles (por llamarles algo suave) que hacen de la muerte de este chaval un chiste, les diría que ojalá no tengan que lamentar nunca la pérdida de un ser querido. No sé si prefiero pensar que la gente hace esos comentarios sin darse cuenta de lo que realmente significan, porque alguien que se burla de algo así siendo perfectamente consciente de la intención de sus palabras, confirma mi visión de la naturaleza humana (y a veces no queremos tener razón).

Indignación es poco para describir lo que he sentido al leer sus comentarios. Vergüenza, asco y desprecio tal vez sean calificativos más acertados.

P.D.- tal vez una entrada sobre el Día de la Mujer Trabajadora fuese más adecuada para el día de hoy, pero hoy tendré que dejar en manos de otros una reflexión sobre ello.