(Foto tomada por mí, disculpen la mala calidad)
Las tres de la tarde. Un sol de justicia y un poderoso
silencio. La quietud se apodera del parque a pesar de cada vez son más los que
caminan, acompañados o en solitario, deseosos de disfrutar de este adelanto de
la primavera. Servidora no podía ser menos, pues cuando una tiene tiempo hasta
para malgastarlo y se le presenta esta oportunidad para pasear bajo tan alegre
cielo, dudarlo es casi un crimen.
Y miro. Miro las tranquilas aguas del lago y
a la chica que lo contempla sentada en el suelo mientras una brisa pequeña y
dulce mece sus rizos negros. Miro a la pareja de edad avanzada que ríe sentada
a la sombra de los árboles. Miro al hombre que con dificultad se agacha a
recoger la pelota que le trae su perro. Miro a los dos niños que leen sentados
en un banco y a las madres que corren sonrientes tras sus hijos en la zona de
los columpios. Miro las nubes blancas y esponjosas que tan quietas se han
quedado. Miro el cielo infinito y azul y doy gracias por este buen tiempo que
tanto me anima, que consigue arrancarme más de una sonrisa.
Disfrutemos de nuestro tiempo.
P.D.- Y… ¿Sabéis que es lo único que no miro? ¡El reloj!