A quienes encuentren mi barco hundido...

"Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae."
(Drácula)

martes, 31 de enero de 2012

Observo: Enemigas cotidianas.


Tengo una prima de nueve años. No la veo mucho a pesar de vivir más o menos cerca, pero la conozco bien. Le gustan las princesas, las muñecas, ponerse guapa, la música de Lady Gaga y demás divas del momento, jugar al ordenador y a la consola. Como tiene bastante fuerza, más de una vez la ha empleado para salirse con la suya, como suelen hacer los niños cuando tienen esa ventaja. Es una chiquilla grande y demasiado espabilada, con comentarios más ocurrentes que los de algunos adultos. Podría tener todas las papeletas o bien para que la temieran o para que la admiraran, pero la pobre fue a dar con las niñas más estúpidas de todo el colegio. 
Desde muy pequeña se ha visto en una clase compuesta por un alto porcentaje de niñas que reflejan a madres caprichosas y superficiales que crían a sus hijas para convertirlas en perfectas muñecas con la cabeza hueca y la boca sucia. 
Cuando forman la fila para entrar a la escuela, no son sino un desfile de modelos con ropa cara, melenas lustrosas y muecas de asco. Son arrabaleras, egoístas y crueles. Señalan a la niña gorda o a la menos agraciada y se encaran con ella ante la mirada de sus mayores, quienes están demasiado ocupadas charlando como para corregir a sus hijas, que escupen terribles palabras, ríen y hieren. Serán sin duda las perfectas arpías que sus madres desean, y harán imposible la vida de esas pequeñas que sufren cada día y crecen fuertes por fuera y frágiles por dentro. Pequeñas como mi prima, a quien se reprende por utilizar la fuerza bruta o el engaño cuando intenta dar su merecido a sus enemigas cotidianas.

viernes, 13 de enero de 2012

Miro: Imperdonable.

(Imagen extraída de: http://img.irtve.es/imagenes/carcano-condenado-20-anos-asesinar-marta-del-castillo/1326456715533.jpg)



Hoy he oído la sentencia final para el caso Marta del Castillo, un caso que nos tiene en vilo desde 2009, cuando una joven desapareció y poco a poco las noticias fueron confirmando que ya no volvería y que su cadáver no aparecía por ninguna parte porque los autores del crimen se rieron de la Justicia española.  Una Justicia imperfecta y, además, penosa, pues finalmente se ha declarado culpable del asesinato en sí a un joven que sólo pasará 20 años en prisión.

Sólo 20 años para el supuesto autor material de un crimen brutal, para quien ha privado de su vida a una joven cuya familia no tendrá paz nunca, que ni siquiera podrá darle un funeral digno a una persona contra la que se cometió el peor de los robos: el de la vida.

Sólo 20 años para un tipo repugnante cuyos colaboradores, tan vomitivos como él, se van a ir de rositas mientras una familia que clama justicia se queda sin nada. Porque ni la mayor de las condenas les devolvería a Marta, pero qué menos que encerrar a una panda de errores de la naturaleza de por vida y dejar que enloquecieran, se pudrieran y murieran atormentados entre rejas. Eso sería Justicia: asegurarse de que personas capaces de hacer tantísimo daño no volvieran a ver la luz del día más allá de los barrotes de sus celdas.

Por supuesto que podría ser más drástica y privar a tales engendros de un juicio justo, porque en mi opinión, no todos los seres humanos lo merecen. Hay delitos tan abominables para mí que el hecho de juzgar a quienes los perpetran me parece una ofensa para el resto de sus congéneres. Porque hacer tantísimo daño y burlarse del dolor ajeno no tiene ni tendrá nunca perdón.

Pero este es el sucedáneo de Justicia que nos ofrece nuestro país. Un sucedáneo que incita a tantos a dar a los malvados, porque no tienen otro nombre, el castigo ejemplar que jamás les darán los tribunales. Así oímos noticias sobre madres que prenden fuego a los asesinos de sus hijas, que se paseaban alegremente por la calle hasta que se toparon con una mujer devorada por el dolor.