A quienes encuentren mi barco hundido...

"Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae."
(Drácula)

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Observo (parte 6) Cuando fui caballero.

 (Imagen extraída de: http://paladinorder.files.wordpress.com/2008/11/paladin.jpg)

Cuando fui caballero

Cuando era pequeña, fui muchas cosas. Para empezar, era un chico, y surqué los mares a bordo de un barco del que era el capitán. También fui jefe del mundo mundial, como diría Manolito Gafotas. Fui superhéroe o supervillano, según me había ido el día, y a veces, sólo a veces, me convertía en un tiburón, para nadar solitario y alejarme de la pesada humanidad.

Pero hoy me apetece hablaros de cuando fui un noble caballero que se enfrentaba en torneos y se ganaba ovaciones y admiración, de cuando los enemigos trataban de asaltar nuestro castillo con catapultas y nosotros los deteníamos siempre, porque éramos más fuertes y justos, y merecíamos ganar. Mi caballo era negro, y mi armadura, la más sencilla, pero también la más hermosa. Mi espada era mágica y mi valor era tan grande que todos me respetaban y buscaban mi ayuda. Siempre me aburrió rescatar princesas y detestaba matar dragones, a los que defendía de mis compañeros, por lo que a veces se enfadaban conmigo, pero el rey siempre me daba la razón.

Pero los años pasaron, y a medida que crecía y aprendía el significado de la nobleza, de la justicia y del valor, me fui dando cuenta de que probablemente era el único caballero de todo el reino que sabía lo que era eso. Por eso me cansé de defender aquel estandarte de colores, y luego de romperlo, me marché. Y mis compañeros, las damas y el mismo rey me abuchearon y se acabaron olvidando de mí.

Aunque, ¿sabéis una cosa? La vida de caballero errante tiene sus ventajas, porque se puede ser un caballero y una chica al mismo tiempo. Y tus compañeros no se ríen de ti por ello, porque no tienes compañeros. Quienes quieran estar a tu lado ahora serán amigos, que compartirán o no tus principios, pero en cualquier caso, los respetarán.

Así que este caballero sigue acudiendo a justas, y sigue yendo a la guerra, luchando en su propio bando, con su propio ejército, por su propia bandera. Y mi caballo sigue siendo negro, y mi armadura sigue siendo la más sencilla, y para mí, la más hermosa.

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